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Columna

Canal del Dique, apuesta por el desarrollo sostenible para el caribe

Por Marta Lucía Ramírez
Vicepresidente de la República

“Cartagena necesita mejor calidad de turismo”, señala The Economist.  La publicación menciona el estudio encargado por la Unesco que advierte la amenaza a la preservación del centro histórico por cuenta del turismo intensivo.  La Heroica ve en la pandemia una oportunidad para protegerse de ese riesgo, evolucionando y organizando su oferta como destino turístico mundial.

“Cartagena merece una bahía limpia”, dice el Consejo de Estado mediante fallo proferido hace unos días. A esas consignas agregamos “los cartageneros merecen una ciudad que les garantice calidad de vida”. El Canal del Dique será estratégico para lograr los tres propósitos.

La sostenibilidad ambiental es apremiante, y en este sentido, el Canal del Dique cobra especial relevancia para el país y zonas costeras como la Bahía de Cartagena. Ad portas de prender motores y tras años de dilaciones y compromisos incumplidos, hemos honrado nuestra palabra con el Caribe colombiano alistando el andamiaje jurídico y presupuestal para adjudicar esta obra en el primer semestre de 2021.

Al no existir compuertas que controlen el flujo de agua del Canal, la corriente arrastra diferentes problemas a Cartagena. Primero, descarga de agua dulce y barro en la bahía, afectando el balance de ecosistemas cercanos. Esto deriva en contaminación que afecta la diversidad de fauna y flora, circunstancia que le resta atractivo al turismo de mar en la ciudad. 

Segundo, mar y agua salada entran al canal que conduce a las ciénagas de donde se surte de agua el acueducto de la Heroica. Ello repercute negativamente en la competitividad turística de la ciudad ya que dificulta la posibilidad de ofrecer agua limpia a sus visitantes. Pero más grave aún: amenaza a los cartageneros que podrían no contar con agua dulce en sus casas en un futuro cercano.

Tercero, la sedimentación que entra diariamente a la bahía hace que su puerto pierda competitividad con el tiempo, al disminuir la profundidad del agua, obligando a restringir el paso a barcos más pequeños. Este escenario impacta socialmente a la ciudad, ya que 1.000 empleos directos y 10.000 indirectos, dependen de la actividad portuaria.  

Tampoco es un secreto que, en la actualidad, Cartagena enfrenta preocupante contaminación de su bahía debido a vertimientos indiscriminados de algunos buques, que incluso llevaron al mencionado fallo judicial.

Si bien es importante el compromiso de toda la sociedad para mantener a salvo el capital ecológico, tenemos la certeza de que la megaobra a punto de arrancar, cortará de raíz el problema de la sedimentación y le ahorrará dolores de cabeza a una comunidad que ha sufrido no sólo los embates de las inundaciones, sino también el deterioro de su patrimonio ambiental.

Publicado en El Universal
https://bit.ly/3kRa6RM

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